Empresas cooperativas: claves en el desarrollo económico y social

La historia económica de Euskadi de los últimos 50 años no se puede explicar sin entender el impacto de las empresas cooperativas. Nuestro modelo es referente mundial por su concepción diferente de la empresa. Un modelo que ha conseguido someter a muchos dragones amenazantes mediante la acción colectiva, los más reciente, la crisis del 2008, la pandemia del COVID y los impactos de la guerra de Ucrania.
Un modelo de éxito, no ajeno a la incertidumbre del mundo que nos rodea y del que somos parte. Nuestra visión industrial y de transformación es la que ha traído consigo una mayor resiliencia a las adversidades. Hoy en día, las empresas cooperativas hemos superado la etapa en la que éramos consideradas como un refugio para los momentos de crisis, para erigirnos en protagonistas de un modelo económico que se caracteriza por la estabilidad laboral, el arraigo al territorio y la mejora de la productividad. Las empresas cooperativas somos un ejemplo de competitividad, de gestión participativa y democrática, en el que se miran otros modelos empresariales.
Si usted, lector y lectora, piensa en los productos que consume, en servicios que usa, verá que muchos de ellos provienen de cooperativas: alimentación, transporte, herramientas, energía, educación, son bienes y servicios promovidos por empresas cooperativas que llevan en su ADN la solidaridad, lo colectivo, lo que en Euskadi conocemos como auzolan, el todos a una.
El cooperativismo vasco ha alcanzado un nivel de madurez importante, fruto del trabajo de miles y miles de personas a lo largo de los años, lo que nos ha permitido llegar a ser lo que somos hoy. En Euskadi somos 1.400 empresas cooperativas, presentes en la totalidad de los sectores y verticales de la economía, con más de 60.000 empleos directos, que suponen el 8% PIB en Euskadi. El Grupo Mondragon es el 7º grupo empresarial más grande de todo el Estado. Si hablamos de España en su conjunto, hay alrededor de 24.000 cooperativas que dan empleo -directo e indirecto- a más de 1.150.000 personas, y aportan el 7% del PIB estatal.
No es casualidad que una sociedad como la vasca, con uno de los índices Gini más bajos de Europa, cuente con un PIB en el que la aportación de las cooperativas y sus personas sea relevante. Donde hay cooperativas hay menos desigualdad y hay mayor cohesión social.
Nos encontramos en un contexto de incertidumbre e inestabilidad económica, donde las circunstancias excepcionales en el ámbito internacional y del conjunto del Estado nos exigen a todos los actores de la sociedad poner las luces largas y estar a la altura del momento. Las sociedades y los gobiernos se enfrentan a un contexto de inestabilidad radical y a grandes transformaciones sociales y económicas de las que el cooperativismo ni es ajeno, ni pretende serlo. Los tiempos que corren nos exigen a todos y todas, nos plantean nuevos retos y nos demandan capacidad de adaptación y de asunción de responsabilidades.
A las empresas cooperativas nos mueve la generación de riqueza, la cohesión social y el bienestar de la ciudadanía. Nos empujan las ganas de innovar y de mantenernos en la vanguardia, para ofrecer soluciones innovadoras a los problemas actuales. Las empresas cooperativas somos parte de las soluciones a los retos que tenemos como sociedad: desde la transición energética y el cambio climático, a los desafíos tecnológicos y digitales, pasando por la innovación y la consecución de una sociedad más equilibrada, más cohesionada y más justa. El tejido cooperativo cuenta con empresas cooperativas que innovan en el ámbito energético y tecnológico, y en todos los sectores donde está presente: en el ámbito educativo, de consumo, agroalimentario, nanotecnología, silver economy, etc., con un compromiso firme por dar solución a estos retos.
Vivimos tiempos de transformaciones radicales: nuevas formas de trabajo, nuevos modelos de negocios, nuevas culturas organizativas. Hoy los tejidos económicos, tanto empresariales como laborales, son más diversos que antaño. Frente a cierta homogeneidad en el pasado, el presente y el futuro se presentan bajo una pluralidad de modelos. Es por ello que existe un reto social y político: los espacios de concertación de políticas económicas y de empleo, las mesas de diálogo social, y todos los instrumentos y herramientas que nos hemos dado en nuestra sociedad tienen que evolucionar para acoger a esta diversidad de modelos. Su efecto multiplicador será muy beneficioso para el conjunto de la sociedad.
Las empresas cooperativas somos agentes de cambio y transformación que tendemos nuestra mano a todos los agentes políticos, sociales y económicos, para impulsar nuevos modelos de gobernanza, para fortalecer y mejorar la toma de decisiones, y para mejorar las políticas públicas. En definitiva, para mejorar nuestra economía y nuestra sociedad.

Rosa Lavin
Presidenta de la Confederación de Cooperativas de Euskadi (KONFEKOOP)



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